Dogfulness: la meta es un camino feliz

No hay duda que para “funcionar” en el mundo en el que vivimos es muy importante estudiar y formarse. La primaria y la secundaria son imprescindibles. Luego puede surgir un oficio o uno puede decidir ir a la universidad. En ambos casos el objetivo es ser “alguien” valorado por la sociedad para poder insertarse laboralmente en ella y así “funcionar” en el mundo. Ello nos permitirá tener un medio de vida e idealmente una casa y si es posible un auto. Claro que si además queremos “garantía de felicidad” tendremos que: plantar al menos un árbol, escribir al menos un libro y tener al menos un hijo; o al menos eso es lo que la “sociedad” siempre me dijo.  

En mi caso me recibí de médico veterinario y me dediqué exclusivamente al comportamiento canino y felino (etología) llegando incluso a ser el primer docente que dictara esa materia en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires. Sin dudas todo un logro en cuanto a “ser alguien” en el mundo competitivo en el que vivimos. Además tuve mi casa y mi auto.

Claro que también cumplí con los otros objetivos primordiales que garantizaban la “felicidad”. Formé una hermosa familia con esposa y tres hijas, planté varios árboles y escribí algunos libros.

Todo eso ya había sucedido antes de los 40 años. Fui muy feliz transitando ese camino, pero ahora llegaba el tan esperado momento: había logrado todo para acceder a la felicidad absoluta y así disfrutar de todo los grandes logros obtenidos.

¿Y qué sucedió? Tuve ataques de pánico. Luego de años entendí porqué.

Uno de mis Maestros de vida un día me preguntó: “¿Claudio, que hacen los perros en la naturaleza luego de conseguir agua y luego de cazar y comer?” Descansan, respondí. Luego me dijo: “entonces un perro disfruta de no hacer nada cuando no es necesario hacer nada. No es así?”. Por supuesto, respondí. “Bueno es simple entonces. O no?”

A mi que me hablen de perros me resulta maravilloso. Son gran parte de mi vida. De hecho desde mis 15 años (a esa edad comencé a adiestrar perros) hasta mis 58 años actuales vivo y trabajo con ellos.

Sin embargo, recién en aquel momento, ante las preguntas que me hizo ese Maestro, me di cuenta que yo siempre había tratado de enseñarles cosas a los perros (desde la experiencia primero y la ciencia después) pero nunca había dejado que ellos me enseñen nada a mi. Demasiado ego el mío.

Sin duda era el momento de dejarme ayudar.

Lo más importante que me enseñaron es que para poder ser feliz realmente (es decir estar en un estado de bienestar y paz interior) hay que estar siempre “100% presente”, “100% aquí y ahora” que es como viven ellos. Y no vivir como hace nuestra mente en el pasado y en el futuro, pero nunca en el instante presente.

Sin dudas yo no soy mi mente, pero durante años la seguí a todos lados. Ya no. Porque “ella”, como la mente de la mayoría de las personas, puede ser una herramienta maravillosa si la pongo a mi servicio pero una pésima maestra si la sigo a todos lados donde ella quiere ir. Los ataques de pánico fueron el disparador de un cambio. Los perros y algunos humanos mis Maestros.

Y luego nuevamente lo inesperado. Además de todos los cambios personales, en mi labor diaria como médico veterinario especializado en comportamiento hubo otro gran cambio. Otro enfoque de la especialidad. Sería largo de explicar ahora pero lo resumiré. Desde que me recibí trabajo diariamente en educación canina, prevención y tratamiento de problemas de comportamiento en caninos y felinos. La diferencia es que ahora los perros son también no sólo son mis pacientes sino los mejores terapeutas de sus dueños. Primero éstos me convocan para que trate a sus perros y les enseñe a convivir con ellos y luego sus perros les enseñan a sus ellos a vivir de otra manera, más allá de su propia mente, es decir los ayudan conectarse de otra manera con la vida, a ser verdaderamente felices. Yo soy un simple intermediario entre los perros y su familia humana. Porque a esta altura de mi vida soy mitad humano y mitad perro.  

Ustedes se preguntarán ¿qué tiene que ver el título de este artículo con lo que aquí escribí? ¿Qué es Dogfulness?. Y hasta pensarán: Claudio se volvió totalmente loco.

En cuanto al pensamiento, digo que podría ser. En una sociedad con tantos «humanos normales» que no logran ser felices porque viven ansiosos por miedo al futuro, que transmiten a sus perros esa ansiedad generando a su vez en ellos la aparición de innumerables trastornos del comportamiento, no está nada mal ser tildado de loco, aunque claramente lo que yo sea no tiene la más mínima importancia

En cuanto a las preguntas. Parece que este artículo no tiene nada que ver con ellas. Pero les digo algo que aprendí: en la vida muchas veces nada es lo que parece. Y si no lo creen no hay ningún problema, los hechos lo demostrarán en los próximos artículos. O no.

Los saludo con afecto

Claudio Gerzovich Lis