El comportamiento social de los gatos no sólo ha sido motivo de discusión entre los especialistas en comportamiento animal
sino también de entre éstos y los propietarios de estos animales de
compañía. Entre los primeros las opiniones comprenden un rango acotado
desde aquellos que opinan que los gatos son una especie
asocial hasta los que sostienen que este tipo de felinos pertenecen a
una especie parcialmente social. Por el contrario los dueños de los gatos no dudan en afirmar que estas opiniones son totalmente incorrectas y que sus animales son altamente sociables.
Estos diferentes puntos de vista en realidad parten del error de tomar como sinónimos dos términos, comportamiento social y comportamiento sociable.
El término social se refiere no sólo a la pertenencia a un grupo o
sociedad sino también a la necesidad que tienen sus miembros de
interactuar entre sí para sobrevivir en un entorno determinado y a la
importante influencia que ejerce el comportamiento de
unos sobre los otros. En cambio el término sociable está restringido
únicamente a la disposición o inclinación de los individuos hacia otros
seres de su misma o de otra especie, aunque no tengan la necesidad de
interactuar con ellos para su subsistencia ni que su comportamiento se
vea influenciado de manera llamativa por los mismos. De este modo es
posible inferir que todos los animales pertenecientes a una especie
social son sociables pero que no todos aquellos que son sociables
pertenecen a una especie social.
Comportamiento social de los gatos
En lo que respecta al comportamiento social, para clarificar mejor este concepto, resulta de utilidad recurrir a un análisis comparativo del comportamiento social de dos especies animales que en la actualidad conviven en estrecho contacto con los seres humanos: los perros y los gatos.
Los primeros conforman una especie altamente social en la cual los
individuos que conforman un grupo de pertenencia dependen unos de otros,
no sólo para lograr la subsistencia sino también para tener una buena
calidad de vida. En este caso vale la pena mencionar que un grupo
determinado puede estar conformado exclusivamente por congéneres o por
un perro y una familia humana. Por el contrario los gatos
no dependen unos de los otros para su subsistencia y por lo tanto
muchos los consideran una especie asocial. No obstante ello, debido a
diversas observaciones realizadas en situaciones en las cuales varios gatos conviven en un mismo hábitat, muchos especialistas consideran a esta especie como parcialmente social.
Cuando
una especie animal se alimenta de lo que caza debe necesariamente
utilizar una estrategia que sea eficiente y eficaz para poder lograr su
cometido, es decir, atrapar su presa. El gato salvaje africano (Felis libyca), el antecesor del gato
doméstico (Felis catus), caza en forma solitaria ya que esto suele
traerle buenos resultados tanto si las presas son de menor tamaño que él
como, incluso, si son de igual tamaño. Por el contrario los lobos
(Canis lupus), los antecesores salvaje del perro doméstico (Canis lupus
familiaris), que habitualmente cazan presas mayores que ellos, utilizan
en la mayoría de los casos la cacería en grupo ya que la misma es más
sencilla y menos riesgosa que la caza individual. Este beneficio, debido
al sistema social jerárquico de esta especie, supera con creces al
hecho de tener que compartir la comida. Es así que el lobo, cuyos
lóbulos corticales están mucho más desarrollados que los del gato,
suele conformar una unidad grupal, la manada, la cual viaja, caza, se
alimenta y descansa, en una unidad estrecha entre todos los miembros del
grupo. Este mismo comportamiento social y conformación cerebral está presente en el perro. En cambio el cerebro del gato
está ampliamente especializado para permitir que los individuos de esta
especie sobrevivan como cazadores solitarios desde edad muy temprana.
Otro
dato ilustrativo es que en las especies altamente sociales, como son
los lobos y perros, existe un factor de suma importancia para que esas
sociedades puedan funcionar armónica y adecuadamente y, por lo tanto,
ser viables a lo largo del tiempo: un estricto sistema de orden. Por el
contrario en las especies de hábitos solitarios cuyos individuos no
necesitan ni dependen de un grupo social para su subsistencia, como es
el caso de los gatos, cada animal decide lo que hace en
su vida de independencia. Es así que cuando uno observa una jauría
seguramente notará que un individuo irá al frente de la misma, tomando
la iniciativas y las decisiones, mientras que los otros miembros ocupan
diferentes posiciones jerárquicas; además los integrantes del grupo
permanecerán juntos la mayor parte del tiempo. En cambio cuando uno
observa un grupo de gatos que momentáneamente se
encuentran reunidos notará fácilmente que se trata de individuos que
actúan independientemente los unos de los otros en una situación de
tolerancia social. Estos «encuentros de vecinos» suelen producirse en un
terreno neutral, con mayor frecuencia al atardecer. En dichas reuniones
generalmente se observan gatos de ambos sexos, más o
menos próximos los unos a los otros, formando un círculo. Dicha
situación puede durar varias horas antes de que los participantes
regresen a sus hogares.
Si bien por lo recién enunciado el gato es considerado un ser independiente, dicha características pueden variar cuando varios gatos son obligados a convivir en grupo, como sucede en muchos hogares cuyos propietarios deciden tener varios gatos.
En estos casos suelen existir interacciones sociales que responden a un
esquema de tipo jerárquico. Resulta habitual el establecimiento de
reglas, aunque mucho menos rigurosas y estrictas que las existentes en
una jauría de perros. Dichas reglas permiten la diferenciación entre
individuos de mayor rango social y los que están relegados a rangos
inferiores. En general los grupos de gatos están
comandados por un jefe que posee autoridad absoluta sobre todos los
demás miembros del clan, por lo que se lo denomina dominante. La
mencionada autoridad no depende de características físicas sino que se
establecen en base al carácter. El gato dominante es absolutamente respetado por todos los integrantes del grupo. Por debajo de éste se encuentran gatos
de rango intermedio que no suelen establecer diferencias jerárquicas
entre sí. Por tal motivo en la convivencia entre los mismos reina una
relación de cordialidad. Finalmente pueden existir uno o más individuos
de rango más bajo, los denominados gatos parias. Estos desafortunados individuos suelen ser los gatos
más tímidos y usualmente son perseguidos y maltratados por los demás.
Tal es así que suele vérselos refugiados en un rincón o encima de un
mueble y dilatar las pupilas y gruñir en actitud temerosa ante el
acercamiento de otro gato. Los gatos
parias viven en una permanente condición de temor ya que habitualmente
son el blanco del desahogo de la agresividad de los demás integrantes
del grupo.
En la vida de estos felinos también existen
situaciones en las cuales pueden actuar como una especie verdaderamente
social, evidenciando no sólo tolerancia sino también ayuda mutua y
cooperación. Esto es particularmente así cuando una hembra tiene
gatitos. Se ha observado a otras hembras traer comida a la nueva madre y
ayudar a criar a los cachorros. Algunas veces, en estas circunstancias,
los machos también pueden comportarse en forma cooperativa. No
obstante, es necesario aclarar que ninguna de estas actividades suelen
ser muy habituales en los miembros esta especie.
Según lo expuesto es posible concluir que si bien los gatos
suelen ser de hábitos independientes y no necesitan de la vida en grupo
para su subsistencia, existen determinadas condiciones de vida en las
cuales pueden adaptarse a, o incluso necesitar, la convivencia en grupo
estableciendo interacciones sociales entre los miembros del mismo. Es
por ello que, según las circunstancias, los gatos
pueden actuar como una especie asocial, parcialmente social o incluso
social. Sin embargo hay consenso entre la mayoría de los especialistas
en definir a los gatos más como una especie territorial que social.
Comportamiento sociable de los gatos
En lo que respecta al comportamiento sociable, es decir la sola disposición o inclinación de los gatos
hacia otros seres de su misma o de otra especie, este es
particularmente elevado no sólo entre congéneres sino especialmente
entre los gatos y los seres humanos. La sociabilidad del gato hacia estos últimos tiene su origen en el antecesor del gato doméstico, el ya mencionado gato salvaje africano. Este felino, a diferencia de otras especies de gatos
salvajes, evidenció desde su primer contacto con colonias humanas una
inclinación para permanecer cerca de las mismas sin reaccionar frente a
la presencia del hombre. Esta característica seguramente brindó a estos gatos
beneficios acerca de la explotación de las mayores concentraciones de
roedores que habitaban alrededor de las granjas. A su vez la proximidad
del hombre seguramente provocó una menor densidad de predadores lo que
probablemente aumentó las posibilidades de éxito en la procreación y en
la supervivencia de los individuos. Esta es la causa más probable para
la explicación de porqué los gatos domésticos
correctamente sociabilizados con los seres humanos no sólo no huyen de
los mismos sino que además buscan su compañía.
El gato
doméstico se habitúa fácil y rápidamente a la presencia humana, aunque
conserva un amplio margen de autonomía que le permite establecer sus
propias normas de convivencia. Tal es así que usualmente es el gato
quien decide la oportunidad del acercamiento, siendo él quien elige
buscar o aceptar las caricias, jugar o permanecer a cierta distancia de
los miembros de la familia humana. Sin embargo, vale la pena aclarar que
con los procesos selectivos que producen la aparición en escena de
diferentes razas de gatos el comportamiento social y el comportamiento sociable
de los miembros de esta especie está sufriendo algunos cambios que
generalmente llevan a aumentar su dependencia con el hombre. No obstante
ello, dichos cambios no son suficientes, al menos hasta la actualidad,
como para alterar la naturaleza o la intensidad de la mayoría de las
respuestas comportamentales de los gatos.
En síntesis el gato
doméstico es un animal sociable que según las circunstancias puede
actuar como una especie asocial, parcialmente social o incluso social,
que ha elegido libremente la convivencia con los seres humanos y que
todavía conserva poco alteradas, en comparación con el perro, tanto las
características físicas como las comportamentales de su antecesor
salvaje.
Autor: M.V. Claudio Gerzovich Lis
Comportamiento animal
Buenos Aires – Argentina.