En el artículo anterior, ¿Qué es dogfulness?, asumí un compromiso. Aquí estoy nuevamente para cumplirlo.
Hace unos 15 años conocí a Ringo, un hermoso cachorro bóxer que por entonces tenía de 6 meses de edad. Su dueña, Mónica, me llamó porque querían educarlo. Ringo tenía algunos problemas de comportamiento que fueron superados y mi labor culminó exitosamente. Eso fue gracias la familia entera, pero muy especialmente gracias a Pablo, hijo de Mónica, que colaboró muchísimo en el proceso. Mónica no podía participar porque no tenía tiempo. Ella estaba muy ocupada con su trabajo.
Luego de unos años me enteré que Ringo continuó siendo un gran compañero que acompañó a la familia hasta edad avanzada y que Mónica había llegado a ser una exitosa empresaria.
Una nueva etapa
Superado el duelo por la partida de Ringo, Mónica consideró que era tiempo de convivir nuevamente con un perro. Su amor por ellos la había llevado a tomar nuevamente esa decisión. Nos reunimos junto a sus hijos, Carla y Pablo, que por ese entonces ya no vivían con ella, para ayudarla a elegir a su nuevo compañero. La conclusión fue: una hembra de Golden retriever.
Días después recibo un llamado de Pablo preguntando lo siguiente: “Claudio, mi mamá la quiere ya pero no hay hembras disponibles en el criadero que elegimos. Me está volviendo loco, no puede ser macho?”
Así llegó Mylo a la vida de Mónica. Un cachorro de Golden retriever, obviamente macho.
Mónica puso nuevamente en mis manos el proceso del manejo comportamental del cachorro. Finalizada mi participación, Mylo se comportaba de manera excelente. Pero había un detalle, ello sucedía conmigo pero no tanto con ella porque Mylo era un perro temperamental.
A diferencia de lo sucedido en otra época, esta vez Mónica participó y trabajamos juntos. Logramos buenos resultados pero como dice el dicho popular “faltaban 5 para el peso”.
No había duda que Mónica con su carácter iría a buscarlos. Adoraba a su perro y quería lo mejor para él y para ella.
Sin embrago, a pesar de intentarlo, parecía que no lo lograría. Mylo había adquirido un comportamiento excelente por la continuidad en el proceso de aprendizaje pero en su respuesta con Mónica seguían faltando los 5 para el peso. Y se habían acabado todas mis técnicas profesionales para ayudarla.
Pero sucedió algo inesperado. Mónica, con lágrimas en los ojos, me hizo una pregunta: “¿Claudio, Mylo es feliz viviendo conmigo?” Sorprendido por la pregunta le respondí con otra pregunta: «¿Mónica, vos sos feliz viviendo con vos?» Su respuesta no fue verbal, fueron más lágrimas. Qué atrevimiento el mío!!!
Mylo era en ese momento un perro feliz, como todo perro vivía el momento presente sin juzgarlo. Claro un perro no puede juzgar. Mónica en cambio vivía como casi todos los seres humanos, en el mundo de la mente. Es decir, casi nada en el momento presente y casi todo en el futuro, es decir con ansiedad.
Ahí surgió una propuesta pero no de Mónica hacia mi sino mía hacia ella. ¿“Querés que Mylo te ayude a vivir en el “aquí y ahora”. Él ahora puede ayudarte a vos. Si decís que si yo actúo como su intréprete y entre los dos te sacamos del mundo de la mente que juzga, se enoja, se asusta, etc”
Esa propuesta era una verdadera locura. La respuesta de Mónica fue contundente: “SI, confío en ambos y me entrego”. La respuesta era otra locura.
Lo que siguió fue genial y hermoso. Mylo siguió siendo feliz y entre él y yo ayudamos a Mónica a lograr los 5 que faltaban para el peso. Así Mónica aprendió que para easa tarea tan simple pero tan difícil primero había que salir del mundo de la mente para luego usarla como una herramienta. Entonces logró no sólo una excelente respuesta de Mylo para con ella sino mucho más.
Y así empezó una nueva etapa en mi labor con los perros y sus dueños: Dogfulness
Ahora Mónica tiene que seguir el camino dogfulness para que la mente no tome el control nuevamente y la haga sufrir otra vez. Tiene todo lo que el mundo dice que es necesario para ser feliz y que muchas veces no alcanza. Pero además lo tiene a Mylo, un “simple perro” que transformó a Mónica en una “persona simple”.
Y por si todo esto no fuese suficiente, desde hace muy poquito también convive con Nina, una cachorra de Bichon Frisé que le regalaron sus hijos para el cumpleaños número 60.
Gracias Mónica y Mylo por confiar! Gracias Mylo por ayudar a Mónica! Juntos lo logramos!!
Los lectores pensarán: ¿Y todo esto que tiene que ver con el compromiso asumido en el artículo anterior acerca de la foto que ilustraba el mismo?
Miren esa foto, ese perro es Mylo. Ahora miren la foto que ilustra este artículo. Junto a Mylo está Mónica. Ambos embarrados. Ambos felices. ¿Y el auto sucio? Y eso que importancia tiene? Compromiso cumplido
Los saludo con afecto
Claudio Gerzovich Lis